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Solo, la historia real de Álvaro Vizcaíno

El pasado fin de semana se estrenó la película Solo, dirigida por Hugo Stuven y protagonizada por Alain Hernández y Aura Garrido. La película cuenta la historia de Álvaro Vizcaíno, un surfer que, paseando por la costa de Fuerteventura, resbaló por un acantilado y quedó, herido, aislado y solo, durante 48 horas en una pequeña cala majorera hasta que fue rescatado.

Una historia que parece totalmente de película, de no ser porque es una historia real de supervivencia. En septiembre de 2014, el madrileño Álvaro Vizcaíno, que llevaba unos años viviendo en la isla, decidió salir a dar un paseo solo y, mientras caminaba por unas dunas al borde de un acantilado, resbaló. No pudo agarrarse a nada y, después de algunos minutos colgando, las fuerzas le fallaron y cayó. La caída no fue limpia. Dos fracturas en la pelvis, una herida abierta en el brazo izquierdo, un fuerte golpe en la cadera y numerosas pequeñas heridas en el resto del cuerpo.

El pensamiento de Álvaro, según ha contado él mismo en declaraciones posteriores al rescate, era que iba a morir. Se le había roto incluso el bañador que llevaba, y se vio solo y herido en el mar. Se desplazó como pudo a una cercana cala de arena, desde donde trató de organizar su propia cabeza y ver cómo salir de aquello. Encontró una botella de agua que el mar había arrojado a la costa y eso evitó que se deshidratara, además de un bugui, si bien seguía sin saber qué hacer.

Vivió momentos de desesperación hasta que, dos días más tarde, con las heridas doliéndole, sin poder caminar y con una mano prácticamente inutilizada, divisó un barco cerca de la costa. Si bien sabía que no le iban a oír, cogió el bugui e intentó nadar hasta ellos. Remó durante más de una hora sin pensárselo dos veces pues, o lo hacía, o estaba muerto.

Y después de todo, lo vieron, alguien se tiró al agua, y poco después le recogía el helicóptero.

Una historia de supervivencia que recoge la película Solo. Una historia de desesperación, agonía y vida que nos lleva mucho más allá de esas 48 horas, al hacernos reflexionar sobre qué pasa por nuestra mente, qué sentimos, y qué cosas debemos cambiar.

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